EstoNoEsFicción

¿Ficción o no ficción?
Es complejo re plantearse la realidad cotidiana del mundo, la nuestra, como si esta fuera mera ficción. Ficción producto de un nuevo tipo de capitalismo que, dejando atrás ya al viejo capitalismo de consumo, hace hincapié en ilusiones, en realidades paralelas que paradojicamente están montadas sobre estructuras tangibles.
¿Complicado de entender, de asimilar?
A través de este espacio trataremos de echar luz sobre este asunto...

Y recuerden...estonoesficción.

O sí?

martes, 13 de noviembre de 2007

Uno para todos y todos para uno: Modelo arquitectónico unico



El shopping center es un simulacro de ciudad de servicios en miniatura, donde todos los extremos de lo urbano se han liquidado: la intemperie, los ruidos, el claroscuro producto de la colisión de luces diferentes, la gran escala de edificios de varios pisos, los monumentos conocidos, signos de lo urbano, los afiches, las señalizaciones de tránsito, entre otras. Así, el shopping se convierte en un lugar donde se consumen símbolos y mercancías.

Se pierde con facilidad el sentido de la orientación, no se recorre de una punta hacia la otra como una calle, se recorre azarosamente, se avanza, retrocede, repite; se responde a un ordenamiento total pero con la idea de que es un libre recorrido cuando en realidad se entra, se compra y se sale. Tiene una relación indiferente con la ciudad que lo rodea, la ciudad es el espacio exterior, con autopistas y villas miseria al lado, con avenidas, barrios suburbanos y peatonales. A nadie le interesa si una vidriera es perpendicular a una calle exterior, el día y la noche no se diferencian, el tiempo no pasa, las huellas de la historia se borran. Tal como ejemplifica la primer imagen, y tal como se ha mencionado ya anteriormente, los shoppings pasan a ser no lugares ya no distingubles entre sí: Alto Palermo? Unicenter? No, el shopping Mariscal en Paraguay.

El shopping vacía la memoria urbana, representa las nuevas costumbres, es el lugar donde el mercado se despliega, construye el futuro, crea nuevos hábitos, acomoda a la ciudad y a la gente a funcionar en el shopping, la ciudadanía se convierte en el mercado. El mercado nos interpela como consumidores, el estado como ciudadanos, la ciudadanía se construye en el consumo, las instituciones se piensan a través del mercado, se reconfigura el espacio estatal, los espacios públicos1

El shopping se presenta como un lugar desterritorializado, los puntos de referencia son universales, produce una cultura extraterritorial de la que nadie puede sentirse excluido pero sin embargo excluye ya que, por más que el acceso pueda ser libre con respecto al ingreso o la circulación, la funcionalidad del shopping y el consumo es solo para algunos. A su vez, esta exclusión se nota según los días y franjas horarias en que cada clase asiste a él. Los más pobres van los fines de semana, cuando los más ricos prefieren estar en otra parte.

Esta extraterritorialidad fascina a los jóvenes, les expone todos los objetos soñados. La cultura juvenil definida por el mercado se inserta así en un imaginario social habitado por dos fantasmas: la libertad de elección sin límites como afirmación abstracta de la individualidad y el individualismo programado. Las contradicciones de este imaginario son las de la condición posmoderna: la reproducción clónica de necesidades con la fantasía de satisfacerlas en un acto de libertad y diferenciación; la idea de que esa reproducción pautada es la autonomía de los sujetos. En esta paradoja se basa la homogeneización cultural2


1- García Canclini, Néstor; “Consumidores y Ciudadanos”.

2 - Sarlo, Beatriz; “Escenas de la vida posmoderna”; Ed. Ariel. Buenos Aires, 1994.

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